La concentración de los medios de comunicación en EE.UU., y las estrategias para frenarla, fueron el tema central de la "Conferencia Nacional sobre Reforma de los Medios", realizada del 7 al 9 de noviembre en Madison, Wisconsin. El ex candidato presidencial afroamericano, Rev. Jesse Jackson, en el acto de clausura, expresó la preocupación con estas palabras: "Hoy estamos en guerra. La información es el oxígeno para la mente y nos están asfixiando por falta de información".



El trasfondo de las discusiones fue la decisión tomada en junio por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) que ablandó las restricciones a la propiedad de los medios, con lo cual se dio un paso más hacia el control por parte de un puñado de megacorporaciones. (Ver http://alainet.org/active/show_text.php3?key=3844). Esta decisión, que se encuentra temporalmente suspendida, pendiente de una decisión del Congreso, ha levantado una ola de oposición entre la población, sin precedentes en un tema relacionado con la democratización de la comunicación.


Robert McChesney, hablando a nombre de Free Press, instancia convocante de la Conferencia, ilustró cómo la presente tendencia que restringe la libertad de prensa es contraria a toda la tradición democrática de su país. Al evocar los antecedentes históricos, recordó el amplio debate público en siglos pasados sobre subsidios postales para la prensa, que se polarizó entre quienes defendían un fuerte subsidio para el envío postal de periódicos, y quienes argumentaban que el correo debía ser gratis. La meta que nadie cuestionaba: garantizar la diversidad de la prensa, más allá de su capacidad financiera. El resultado, dice, fue una sociedad muy diversa y letrada.


Hoy, afirmó el investigador, no es que no haya subsidios: los conglomerados mediáticos están recibiendo enormes subsidios, entre otros bajo la forma de concesiones gratuitas de las ondas radioeléctricas. La diferencia es que nunca lo admiten públicamente, ni promueven el debate público en torno a tales decisiones. Así en 1996, la Ley Federal de Telecomunicaciones fue aprobada casi sin conocimiento de la población.


Uno de los resultados de la actual concentración ha sido la eliminación de gran parte de los programas de comentario sobre temas de actualidad, especialmente en la radio. Una sola empresa –Clear Channel- ha acaparado más de 1300 estaciones de radio a nivel nacional, eliminando buena parte de la programación local, y la diversidad de puntos de vista que implica. Incluso en ciertos casos, para tener espacios de expresión, la creación musical local tiene que pagar.


El congresista independiente Bernie Sanders, por su parte, habló sobre las graves implicaciones de una prensa atada a los grandes intereses económicos, que se permite imponer la agenda de lo que es importante, y decidir lo que nunca se menciona. Los temas ausentes o escasamente tratados incluyen el colapso de la clase media en EE.UU. que trabaja cada vez más horas por cada vez menos ingresos; la creciente brecha entre ricos y pobres, o la reforma del seguro médico. Y preguntó asimismo por qué, cuando EE.UU. embarcó en una alargada intervención en Irak, la prensa no pasó revista a las experiencias de intervenciones en décadas recientes y sus resultados. Citó el caso de Nicaragua que hoy padece una situación económica y social crítica, con un 50% de desempleo.


El periodista de la televisión pública (PBS), Bill Moyers, en una de las intervenciones centrales, lanzó un llamado a "rescatar a la democracia", y advirtió sobre las similitudes entre EE.UU. e Italia, donde el 50% de los reporteros/as laboran hoy para el Presidente y magnate mediático Silvio Berlusconi.


Estrategias


En los diferentes paneles de la conferencia, académicos/as, políticos/as, periodistas, estudiantes, activistas y otros, intercambiaron sobre tácticas y estrategias a desarrollar. Respecto a la decisión de la FCC, se lanzó un llamado a la sensibilización y movilización para que se pronuncie la Cámara de Representantes y si ello es exitoso, para bloquear un eventual veto de la decisión por el Presidente Bush. Luego de un fallo, en septiembre, de una corte de apelación que congeló temporalmente la medida justo antes de su entrada en vigencia, y de un voto en el Senado que revierte la decisión de la FCC, el dossier se encuentro hoy estancado en la Cámara de Representantes. La conferencia convocó a multiplicar por 10 las 2 millones de cartas recibidas, hasta ahora, en oposición a la medida, para realizar una campaña de presión hacia el Congreso.


Algunos de los paneles abordaron el aspecto internacional, y en particular el impacto de los acuerdos de libre comercio en la comunicación.


En el caso del ALCA, se señaló que, a menos que se introduzca una cláusula que les excluya expresamente, áreas como la radio-teledifusión, la edición, el diseño visual o la publicidad podrían estar sometidas a las mismas reglas del juego que los bienes materiales. Ello implicaría tratar a la cultura como mercancía, a la edición como servicio y a los contenidos como bienes. Significaría desconocer que la producción cultural e intelectual tiene otras dimensiones, más importantes que su valor económico, vinculadas, entre otras cosas, a la soberanía, la identidad de los pueblos y el desarrollo de una esfera pública dinámica y participativa.


Si los acuerdos comerciales no establecen la excepción para estas áreas, sucederá lo que ya está sucediendo en Canadá bajo el TLCAN. La ley nacional ya no puede obligar a incluir un porcentaje de contenido canadiense en las ediciones canadienses de revistas norteamericanas (únicamente la publicidad es particular a cada país); las ventajas fiscales o postales que ese país daba a sus revistas, como medida de protección de su integridad cultural, han sido declaradas contrarias al comercio libre. En la práctica ha obligado a varias revistas canadienses a dejar de existir. Es más, también afecta el derecho de un país de restringir ciertos tipos de publicidad por razones de salud pública, por ejemplo, al tabaco.


De prosperar los acuerdos de libre comercio en las Américas, se acelerará el proceso de concentración de medios en toda la región. Los mismos medios que están dominando la prensa estadounidense determinarán el contenido de la prensa, televisión y radio en los países de América Latina.


Al respecto, se destacó la importancia de establecer puentes con las organizaciones que, en toda la región están luchando contra los acuerdos de libre comercio, que se encuentran agrupadas entre otras en la Campaña Continental contra el ALCA. El tema estará presente en las movilizaciones contra el ALCA en Miami este mes de noviembre, donde está previsto un marcha bajo el lema: "Nuestros medios no están a la venta", justamente para rechazar la inclusión del área de comunicación en cualquier acuerdo comercial.


En la Conferencia se señaló también que no basta con impedir una mayor concentración de los medios, sino que hace falta medidas más proactivas para revertir la concentración actual y para que las comunidades retomen el control sobre sus medios. Una de las propuestas es multiplicar las estaciones de radio de baja potencia; además de la proliferación de las radios "piratas" de este tipo, la propuesta es lograr su legalización.


No faltó la voz crítica de las comunidades de color de EE.UU., que destacó que los medios nunca han sido democráticos, y que más bien siempre han sido un instrumento para replicar la supremacía blanca, el patriarcado y el capitalismo. Al calificar el problema de estructural, su exigencia no es la reforma, sino la justicia mediática, para que la democracia comience realmente a ser para todos y todas.


Por último, no está demás señalar que –más allá de algunos medios de Madison comprometidos con su realización- en los grandes medios de EE.UU., esta Conferencia simplemente no existió.

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